Haciendo un pequeño ejercicio de memoria comprobamos el cambio radical en la estética y funcionalidad de los centros de trabajo y locales públicos.
La idea de “lo mejor para mi casa” prevalecía sobre el resto. Se concebía el puesto de trabajo como un lugar al que acudir por obligación o castigo.
En función de la demanda y la competencia se equipaban locales públicos y oficinas con más o menos acierto. Recuerdo especialmente las salas de espera de médicos, notarios y abogados. Tarde o temprano pasabas por ellas obligatoriamente y encontrabas una verdadera colección de muebles, lámparas y cuadros retirados de sus respectivas viviendas. Auténticos trasteros deprimentes gracias a que la clientela estaba asegurada. Por supuesto el despacho principal era un auténtico mausoleo plagado de muebles y enseres de museo…a todo lujo. No es justo generalizar porque había profesionales que se preocupaban por la imagen de su negocio.
En los comercios más de lo mismo, si eran tiendas con artículos de primera necesidad (farmacias, ultramarinos, papelerías…) no había que esforzarse por captar clientela, la venta estaba asegurada. En cambio en tiendas de “capricho” (ropa, zapatos, joyas…) la necesidad de captar clientes obligaba a echarle más cariño al tema.
Afortunadamente el tiempo y la competencia feroz nos han abierto los ojos. Pasamos más tiempo en el trabajo que en nuestra casa. Nuestro puesto de trabajo se ha convertido en nuestra segunda vivienda.
Ahora somos conscientes de la importancia de equipar oficinas y locales comerciales al más alto nivel técnico y estético.
La imagen de nuestro negocio es nuestra tarjeta de visita y todos sabemos que la primera impresión es fundamental. Un aspecto agradable siempre abre puertas e invita a entrar.
Técnicamente debemos dotar nuestro local con todos los elementos que permitan desarrollar la actividad en perfectas condiciones. Espacios pensados y planificados para ser 100% operativos y estéticamente atractivos.
Una buena distribución es vital para aprovechar al máximo el espacio, para conseguir unas condiciones óptimas de trabajo facilitando la movilidad y el orden. Cada cosa en su sitio y fácil acceso a todos los elementos.
El primer planteamiento es “QUE, QUIEN Y PARA QUIEN”. Qué actividad voy a desarrollar, quien va a realizar el trabajo y quién es mi cliente. Pensemos en las zonas privadas, zonas comunes, salas de espera, puestos de atención al público, expositores, archivos, zonas de relax, vestuarios, aseos…
Una vez planteado el espacio elegiremos los elementos estructurales más adecuados (cerramientos, revestimientos, saneamientos, materiales…). Climatizar convenientemente cada zona garantiza un ambiente agradable.
Un elemento fundamental es la iluminación, combinar luz natural, técnica y decorativa con acierto nos proporcionará eficacia y bienestar a partes iguales. Debemos procurar sacar el máximo rendimiento al aporte de luz natural y complementarlo con sistemas de iluminación eficientes. El aporte lumínico varía en función de la finalidad. Las zonas de trabajo necesitan un tipo de iluminación técnicamente adaptada a la necesidad de cada puesto. La instalación de lámparas decorativas aportará calidez y un punto de diseño. Si hablamos de un comercio, debemos considerar la temperatura de color y tonalidad a fin de exponer nuestro producto con una luz favorecedora.
Acertar en la elección del mobiliario es primordial si queremos facilitar nuestra tarea. Conseguiremos que todo esté en orden, que todo esté a mano y en caso de locales comerciales, que nuestro producto quede perfectamente expuesto. Jugar con volúmenes, colores y materiales nos permite efectos atractivos y motivadores.
Cuando hablamos de despachos y oficinas, debemos prestar especial atención a la sillería. Pasamos demasiado tiempo sentados y todos conocemos los terribles efectos de la vida sedentaria. Utilizar una silla inadecuada puede dañar seriamente nuestra espalda y provocar lesiones lumbares serias. Necesitamos una silla ergonómica con asiento regulable tanto en altura respecto al suelo como en profundidad de asiento, con una inclinación adecuada que permita la circulación en las piernas. El respaldo es muy importante y debe ajustarse a nuestra espalda y facilitar el apoyo lumbar. Lo ideal es una silla con mecanismos que regulan firmeza e inclinación, sillas sincronizadas con respaldos basculantes que nos permiten cierta movilidad. El tapizado debe facilitar la transpiración y soportar sin deterioro el uso intensivo al que va destinado. Una base con ruedas facilita la tarea y nos permite pequeños desplazamientos y giros necesarios en un puesto de trabajo.
La circulación de público y trabajadores debe ser fluida, sin elementos que dificulten los desplazamientos.
En resumen, crear un ambiente laboral agradable beneficia tanto al trabajador como a posibles clientes y visitantes. Pasamos muchas horas trabajando y contar con un entorno idóneo mejora nuestro rendimiento y estado de ánimo.