Solicitar un presupuestos exprés se ha convertido en una costumbre cada vez más habitual. Ha aumentado considerablemente el número de “posibles clientes” que piden presupuesto para tener una idea de precio y sobre todo para encontrar ideas y soluciones para su proyecto de reforma o decoración. Por supuesto sin coste alguno y sin comprometerse a nada. Van peregrinando de profesional en profesional recabando información y saltándose una norma básica…”respetar y valorar el trabajo realizado”. Con un poco de suerte desaparecen sin dar una respuesta y por supuesto sin preguntar si tienen que pagar algo por los servicios prestados. El objetivo es conseguir planos con soluciones y detalles de acabados y materiales. A partir de ahí recurren al conocido de turno que se encarga de ejecutar el trabajo con mayor o menor acierto.
Supongo que habrá empresas o portales de Internet que te ofrecen un presupuesto en un clic de ratón con cuatro datos que difícilmente se ajustará a la realidad.
Nuestro sistema implica muchas horas de trabajo para llegar a conclusiones fiables. En primer lugar intentamos conocer las inclinaciones y necesidades de la persona que solicita nuestro servicio. Conocer el espacio a remodelar y realizar una medición de todos los elementos sería el segundo paso. A partir de este momento la maquinaria se pone en marcha desarrollando planos, buscando soluciones constructivas, eligiendo materiales y por supuesto consensuando con el cliente cada decisión. En este punto estamos en disposición de confeccionar un presupuesto detallado y real de todo el proyecto.
La experiencia nos ha enseñado a distinguir el perfil de cliente y trabajar en una ciudad pequeña tiene la ventaja y a veces el inconveniente de que al final todo se sabe. Proveedores que nos llaman pensando que estamos haciendo determinado trabajo porque alguien se presenta a comprar materiales con nuestra carpeta debajo del brazo; Oficios que nos consultan dudas porque les han facilitado nuestros planos; Obras paradas por incumplir la normativa legal; Clientes que vuelven arrepentidos y engañados…En fin el catálogo es interminable.
A la hora de comparar presupuestos debe primar la certeza de que los elementos incluidos son exactamente iguales o al menos están en la misma franja de calidad y precio. Tenemos la sana costumbre de valorar cada detalle y no dejamos nada en el tintero. Muchas veces jugamos con desventaja frente a los que dan un precio global sin especificar demasiado que elementos están incluidos y que partidas quedan pendientes. No somos partidarios de engañar o engatusar a nadie. La seriedad es la que nos ha mantenido a flote en un sector en crisis y plagado de competencia desleal. Si debemos competir con otros profesionales, las condiciones deben ser las mismas para todos. Lo barato a la larga sale muy caro y a veces genera muchos disgustos innecesarios.
La experiencia nos ha obligado a cambiar nuestro sistema de trabajo. Si alguien quiere un proyecto, establecemos un precio antes de empezar a trabajar. Si el proyecto se ejecuta ese importe no se cobra; Si finalmente el cliente decide no llevarlo a cabo o hacerlo con otra empresa, paga la cantidad preestablecida y le entregamos toda la documentación. De esta manera nadie sale perjudicado y prima el respeto.
«La recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho». Jonas Edward Salk