Uno de los libros más leídos y admirados de la historia cumple 75 años. «El Principito» fue calificado inicialmente como un libro infantil, sin embargo su contenido es un tratado sobre el sentido de la vida y la naturaleza del ser humano. Una metáfora del amor y la vida, plagado de ternura, fantasía y reflexiones profundas.
Extrapolando su contenido y dejando volar mi imaginación, encuentro cierto paralelismo entre el comienzo de la historia y una pieza de Vitra. Pensareis que es absurdo y que no existe ninguna relación pero instintivamente he sentido esa conexión. Abrir un poco la mente y dejar volar la imaginación.
El Principito – Capítulo 1
Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba “Historias vividas”, una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. Esta es la copia del dibujo.
En el libro decía: “Las serpientes boas se tragan su presas enteras, sin masticarlas. Luego no pueden moverse y duermen durante los seis meses que dura su digestión”.
Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla y a mi vez logré trazar con un lápiz de colores mi primer dibujo.
Mi dibujo número 1. Era así:
Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les asustaba.
-¿Por qué habría de asustar un sombrero? – me respondieron.
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas grandes pudieran comprender. Siempre necesitan explicaciones.
Mi dibujo número 2 era así:
Las personas grandes me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas, y que me interesara un poco más en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. Así fue cómo, a la edad de seis años abandoné una magnífica carrera de pintor. Había quedado desilusionado por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2.
Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.
Tuve, pues, que elegir otro oficio y aprendí a pilotar aviones.
Ahora viene el juego, imagina que alguien os muestra esta imagen (sin conocerla previamente) y os pregunta que es y para que sirve. Seguro que las respuestas serían totalmente disparatadas y más o menos acertadas en función de la imaginación de cada uno.
Un diseño casi infantil sin una forma específica, sin ninguna indicación acerca de su finalidad. Estableciendo el paralelismo la imagen correspondería al dibujo Nº 1.
Ahora viene el equivalente al dibujo Nº 2, la pista definitiva de lo que su diseñador ha buscado con esta pieza simple y versátil.