Decorar nuestra casa puede convertirse en una labor claramente terapéutica. Crear un entorno “amable” y acorde con nuestra filosofía personal nos aportará seguridad, comodidad y confort, en definitiva convertirá nuestro hogar en un refugio donde escapar de presiones y temores.
Un montón de términos procedentes de ideas de la cultura nórdica o japonesa se han colado en nuestro vocabulario para definir la tendencia cada vez más extendida de buscar una “decoración terapéutica”. Palabras como Shell, lagom, wabi-sabi, hygge, cocooning…todas tienen un denominador común, conseguir la felicidad y la sensación de libertad en nuestra casa a través de la sencillez. Suprimir trastos innecesarios, romper con la tiranía del consumismo y optar por elementos capaces de crear un ambiente cómodo y acogedor.
Serenidad y equilibrio deberían ser nuestro lema a la hora de crear un refugio, nuestra zona de seguridad y confort. Espacios pensados por y para nosotros que nos reconforten y nos ayuden a desconectar y disfrutar de nuestro tiempo.
Empezaremos por “LIBRARNOS DE ELEMENTOS INNECESARIOS” que nos incomodan y ocupan un espacio que no les corresponde. Piezas que hemos acumulado con el tiempo y no nos aportan nada. No importa su edad ni su procedencia, sencillamente no tienen ninguna función, restan espacio y nos obligan a su limpieza y mantenimiento. Por el contrario tenemos muebles y detalles antiguos, incluso deteriorados que nos transmiten sensaciones placenteras. Una especie de cordón umbilical con personas e historias vividas, pinceladas de nostalgia que nos recuerdan nuestro punto de partida.
El objetivo con mayúscula será “COMODIDAD Y CONFORT”. Nuestra capacidad de ser felices depende en gran medida de los niveles de recuperación que encontremos en el hogar. La vida diaria es una pelea continua, una agresión permanente y silenciosa, por eso es tan importante disponer de un espacio sanador que repare nuestras pequeñas heridas. Vivimos al límite de nuestra resistencia física y mental, necesitamos equilibrio y serenidad.
Todo influye a la hora de crear una atmósfera de bienestar, colores, materiales, luz, texturas…
Elegir “COLORES CLAROS Y NATURALES” nos aporta sensación de tranquilidad y calidez. La sencillez nos ayuda a eliminar “ruidos” que interfieren en nuestro bienestar, debemos huir de colores estridentes que generen interferencias en la atmósfera que buscamos. Un toque de color siempre se agradece pero en determinadas estancias y en épocas puntuales donde la actividad y el optimismo flotan en el ambiente.
Elegir “MATERIALES NATURALES” ayuda a crear un ambiente relajado y tranquilo, nos conectan con la naturaleza y nos aportan un toque de autenticidad. Madera, piedra, cuero, lana, lino…materiales sencillos, sin artificios. El tiempo juega a su favor, ganan en sabor y belleza, cada arruga, cada desgarro, cada golpe nos cuenta una historia.
Un espacio perfecto necesita “UNA LUZ PERFECTA” capaz de moldear espacios intangibles, generando la atmósfera idónea en cada momento. Favorecer la luz natural y completar el conjunto con sistemas adecuados nos ayudará a conseguir el escenario que buscamos. No olvidemos que la luz es vida y como tal genera sensaciones, sentimientos, emociones, pensamientos…
Un último consejo, “LAS PLANTAS EMBELLECEN Y MEJORAN NUESTRA CALIDAD DE VIDA”. Oxigenan el ambiente, aportan sensación de tranquilidad y positivismo, purifican el ambiente y reducen el nivel de ruido actuando como pantalla.
«La felicidad no es una cuestión de intensidad, sino de equilibrio y orden, ritmo y armonía». Thomas Merton