Observando las últimas tendencias arquitectónicas, tengo la sensación de que todo gira en torno a la idea de vivienda-container. Cambia el tamaño, los materiales, la ubicación, la distribución…pero al final estructuras cúbicas que se repiten una y otra vez.
Módulos apilados, escalonados o repartidos aleatoriamente, en definitiva una especie de LEGO gigante, donde multitud de piezas idénticas encajan y forman conjuntos más o menos acertados.
Si hablamos de viviendas económicas, las dimensiones serán reducidas y estarán situadas en zonas periféricas de la ciudad. Salvando los toques de color de las fachadas, la similitud con los barrios obreros de la revolución industrial es evidente, aunque por fortuna ahora encontramos parques, jardines, colegios y todo tipo de instalaciones. Si se trata de viviendas de lujo el cuento cambia, zonas residenciales y exclusivas y dimensiones de vértigo pero al final variaciones sobre el mismo tema.
Intimida un poco encontrar un cubo gigante al borde de un acantilado imponente o en medio de un paisaje selvático. Muros de hormigón y cristal realmente espectaculares desafiando las leyes de la gravedad y rompiendo todos los moldes en cuestión de vivienda familiar.
El concepto es atractivo pero resulta demasiado frío, salones que parecen museos de arte contemporáneo. Estancias enormes con cuatro piezas de diseño y poco más, todo aséptico, impoluto e impersonal cien por cien. Sinceramente creo que una casa debe tener vida y esto se traduce en color, libros, fotos, recuerdos, cojines, flores, muñecos…A fin de cuentas mi casa es mi refugio y es el reflejo de mi vida, de un montón de experiencias y recuerdos enriquecedores.
No queda espacio para los pequeños tesoros acumulados año tras año; No sabemos qué hacer con el maravilloso sillón heredado de mi abuelo o el perchero de la tía Pepa; Donde colocamos el reloj de cuco que compramos en un viaje a Viena o la última manualidad realizada con esmero en el último “día del padre”.
Por favor que ningún arquitecto se ofenda, su trabajo me parece innovador y maravilloso y esto es una reflexión en voz alta. Es solo una opinión y un pequeño ataque de nostalgia, pertenezco a una familia numerosa y nací y crecí en una casa con jardín y patio. Una casa sin lujos pero llena de gente, de trastos, de olores, de ruidos, de sabores ¡Una casa llena de vida!